Msc. Edgar Ulises Mendoza especialistatributariosv@gmail.com |
Consecuentemente a lo anterior
nace una pregunta de rigor ¿Por qué Eva tomó la decisión de engañar a su esposo
e incidir en comer el fruto prohibido?, Algunos manifiestan al respecto que las
mujeres son más crédulas que los hombres y por eso son susceptibles al engaño,
lo cual no es cierto, pues el engaño no reconoce femineidad o masculinidad, es
una acción elegible por cualquier persona motivada por el interés basado en
diferentes aspectos del ser humano, siendo el asunto de Adán y Eva, el primer
caso de engaño en la humanidad.
Manuel Ossorio en su Diccionario
de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales define al término “Engaño”:
“Falta de verdad en lo
que se dice, hace, cree, piensa o discurre (Dic. Acad.). En consecuencia,
engañar es, según la propia Academia, dar a la mentira apariencias de verdad e
inducir a otro a creer y tener por cierto lo que no es, valiéndose de palabras
o de obras aparentes y fingidas.
De ahí que en el léxico
penalístico estafa y engaño adquieren un mismo’ significado, hasta el punto de
que algunos códigos penales, como el español, denominan esa clase de delitos
“de las estafas y otros engaños”.
En el orden civil, el engaño constituye un vicio en el consentimiento por cuanto induce a error a la parte engañada”.
Todo engaño se configura en las diferentes relaciones humanas con el pensamiento, diseño o diagrama y concretándolo con la ejecución, todo con una finalidad de éxito de apropiación de bienes entre otras circunstancias entre cónyuges, familiares (padres con hijos, hermanos y primos entre otros), laborales, empresariales y funciones pública. El efecto principal del engaño está en la pérdida de dinero o de propiedades y en las legislaciones se configura al engaño como un delito producido por fraude.
Los principales crímenes son tipificados como incendios provocados, fraude por bancarrota, cohecho (soborno), estafas con préstamos, fraude con tarjetas de crédito, falsificación (de dinero, joyas, títulos valor, tarjetas de crédito, medicamentos, licores, libros, discos, etc.), evasión tributaria, atracos, operaciones con órdenes por correo (giros postales), desfalcos, manipulación de acciones, y uso de fondos asignados, drogas y narcóticos por su efecto en los gastos personales diarios.
La magnitud del crimen
organizado, medida por sus ingresos, continúa siendo asunto de controversia y generalmente
se le asocia con operaciones ilegales a través de industrias específicas
(construcción, remoción de desechos, vestuario, procesamiento distribución y
venta al detalle de alimentos, hoteles, licores, entretenimiento, ventas y
reparación de vehículos, inmobiliaria, y otras manejadas en efectivo).
Las drogas (heroína, cocaína,
marihuana), la prostitución, el fraude bancario, y el contrabando, ocupan
generalmente los primeros lugares. En el nivel internacional es donde el asunto
se vuelve más crítico dado sus dimensiones monumentales y cada vez más crecientes.
Cinco actividades ilícitas merecen especial atención: tráfico de drogas,
tráfico de armas, trata de blancas, narcotráfico y lavado de dinero.
Lo más preocupante de la economía
del crimen no es su costo financiero, que es extremadamente alto, sino su costo
social, dadas las secuelas de degradación que conlleva, las dificultades para romper
esos círculos criminales y el largo tiempo que conlleva regenerarse de ello.
El fraude es una especie de engaño
y es definido por expertos como cualquier acto ilegal caracterizado por un
engaño, ocultación o violación de confianza. El delito de fraude es perpetrado
por individuos y organizaciones para obtener dinero, bienes o servicios, así
como para evitar pagos y pérdidas de servicios, o para asegurase ventajas
personales o de negocios.
El fraude presenta una diversidad
de tipos de delitos encajados como corrupción, apropiación ilegal de activos y
fraudes de estados financieros, los cuales han sido identificados a lo largo
del tiempo según las investigaciones en todo tipo de organizaciones públicas y
privadas, donde los estándares de modalidad de la población es del 80% en los
defraudadores que presentan un motivo que hace presión sobre ellos (un incentivo
como por ejemplo problemas financieros producido por la necesidad de dinero y
un ambiente laboral hostil entre otros ), combinada con la oportunidad brindada
por débiles controles de la entidad o por la facilidad de acceder a los bienes
debido a su posición, llegando hasta la racionalización o decisión de concretar
el hecho. En términos populares esto significa que en potencia el 80% de la
población, en puertas abiertas es susceptible de elegir de acuerdo a las
circunstancias de perpetra un ilícito sin importar la moralidad.
En este sentido, la Asociación de
Examinadores de Fraude considera que el 10% de las personas son completamente
éticas, un 10% son capaces de realizar el fraude y el 80% actúan de acuerdo con
la situación (racionalización). Estos datos muestran que el 80% de los que cometen
fraude son propensos a cometer fraude, porque buscar ajusta su conducta a su
conciencia ética, siendo las principales racionalizaciones “he trabajado mucho
sin recompensa, por lo que merezco obtener más dinero a cambio”, “todo el mundo
lo hace”, “será un préstamo temporal”, y otros.
Toda empresa puede disminuir la
racionalización con el objeto de evitar fraudes por medio de acciones de prácticas
remunerativas y trabajo justas, dando el ejemplo de los niveles superiores hasta
llegar a los inferiores, fortaleciendo los controles establecidos en todos los
niveles y promoviendo una filosofía de gestión que promueva la ética y el buen funcionamiento
de los recursos humanos.